Que no te nieguen el pan dorado
y fértil de tu trabajo.
El telar y la fábrica,
el barro accesible de los sueños
tomando vida
en tus manos de gràcil artesana.
El huerto y el taller,
la universidad y los fogones
la sabiduría de tu oficio
congregando frutos y poemas
en el árbol irrepetible de la historia.
Pero tampoco las rosas
hondas y fragantes del descanso,
tu legítima herenciade bosques y playas.
La complicidad del sol
en tu piel de niña
el placer del mar
cuando se ha llorado.
(Ana Rosa Fernández).
FRATERNAL SALUDO,