Después de sofocado el fuego empezó la labor de evaluación de los daños,
y fue entonces que al ir caminando por el parque, un guardabosques encontró
una ave calcinada junto al pie de un árbol, en una posición bastante extraña,
pues no parecía que hubiese muerto escapando o atrapada, simplemente
estaba con sus alas cerradas alrededor del cuerpo.
Cuando el impactado guardabosques la golpeó suavemente con una vara, tres pequeños polluelos vivos emergieron de debajo de las alas de la madre, quien sabiendo que sus hijos no podrían escapar del fuego, no los abandonó.
Tampoco se quedó con ellos en el nido sobre el árbol, donde el humo sube y
el calor se acumula, sino que los llevó, quizás uno a uno, a la base del árbol y allí
brindò su vida por salvar la de ellos.
¿Pueden imaginar la escena? El fuego rodeándolos, los polluelos asustados y la madre muy decidida, infundiéndole paz a sus hijos, como diciéndoles: "no teman, vengan bajo mis alas, nada les pasará".
Tan seguros estaban al estar ahí tocando sus plumas, aislados del fuego, que ni siquiera habían salido de ahí horas después de apagado el incendio. Estaban totalmente confiados en la protección de la madre, y solo al sentir el golpeteo pensaron que debían de salir.
Lo mismo hizo Jesus por ti y por mi...que Dios te bendiga.