Para honrar la vida del planeta Tierra, utilizo sabiamente sus recursos y protejo el medio ambiente. Hago esto como parte de mi práctica espiritual.
La Tierra me apoya y me sustenta. Correspondo a ese amor al reciclar los materiales que utilizo. Al dar algo que ya no uso a alguien que lo necesita, hago circular mi bien y lo comparto con los demás.
Mantengo al planeta en mis oraciones, afirmando el bien para toda la creación y para toda la humanidad. Fortalezco mi afirmación con actos conscientes de generosidad y responsabilidad, contribuyendo así al cuidado del planeta Tierra.
“Él hace brotar el heno para las bestias y la hierba para el servicio del hombre, para sacar el pan de la tierra.”—Salmo 104:14