Incómodo.
Cuando se está en brazos de la fragilidad todo se magnifica muchísimo.
Lo bueno, y lo menos bueno, lo malo y lo peor.
Es como un colador, todo va calando los resquicios de la persona.
Se absorbe todo de un modo completamente desvirtuado.
El dolor duele demasiado, porque las heridas están de par en par.
La pena es más acerba que de costumbre
porque se te enreda en los talones del corazón.
La alegría es agua cuando tienes sed, la coges y la bebes deprisa,
para que te calme, pero apenas te das cuenta se te ha acabado y tú ansías más.
Cuando se está frágil, tienes una cueva en la que quieres meterte para no salir.
Una cueva en la que mimar cada parte de un ser agujereado.
Pero no puedes desaparecer (el vil metal es así de cruel)
Así que te sientas en tu sillita a esperar el amanecer,
a esperar un poco de condescendencia de los demás,
aunque nunca sea así porque se te olvidó la pancarta bien grande donde reza
“Cuidado con mi Fragilidad”
Y los que la ven, son los buitres que esperan su oportunidad.
Cuando estás frágil,
por mucho que sea uno de los sentimientos que peor
sabes afrontar, quieres decir a todo el mundo quete deje en paz.
Tus enfados son continuos,
porque no entiendes que las cosas te afecten de ese modo tan exagerado.
Porque no soportas estar sin brújula, timón, camino ni Destino.
Porque no soportas verte herida y no tener tiritas que poner.
Cuando estás frágil llorar es casi un milagro.
Porque no lloras nunca, porque esa apatía que te
embarga hasta la sonrisa se ha hecho dueña de tus actos.
Porque ni siquiera finges estar bien, porque simplemente
has desaparecido de ti misma. Es un desconcierto continuo.
Una montaña rusa estupida en la que ni siquiera pediste subir.
Cuando estás frágil, quisieras gritar que lo estás,
quisieras que te quisieran lo suficiente.
No más ni menos. Solo lo suficiente.
Lo suficiente para no hacerte daño involuntario.
Lo bastante para entender que asesinas el tiempo
colándote entre la sociedad aunque en realidad solo tengas ganas de escapar.
Escapar muy lejos.
Donde no te alcance la fragilidad.
Porque es ese vestido de seda incomodo que no te sabes quitar.
Desconozco el Autor
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