Un hilo de oro ensarta todas las religiones del mundo y entrelaza las vidas
y doctrinas de cuantos profetas,
videntes, filósofos, mesías y redentores en la historia fueron,
y la de todos los hombres de perdurable autoridad.
Todo lo que ellos hicieron o lograron
estuvo sujeto a principios y leyes,
y lo que uno hizo pueden hacerlo cuantos tengan las requeridas facultades para ello. Este mismo hilo de oro debe enhebrar las vidas
de cuantos en el atareado mundo de nuestros días ansíen trocar la impotencia por el poderío,
la debilidad y el sufrimiento por la fortaleza y el gozo, la pena y el desasosiego por paz completa,
la miseria y penuria por copiosa abundancia de bienes. Cada cual es el arquitecto y artífice de su propia vida,
pero al mismo tiempo que erigimos interiormente el mundo de la conciencia,
atraemos al mundo exterior y él nos atrae. Los pensamientos son la fuerza edificante de que disponemos,
porque fuerza es el pensamiento.
Cada ser engendra y atrae a su semejante,
y a medida que el pensamiento se espiritualiza,
llegan a ser más sutiles y poderosos sus efectos.
Esta espiritualización obedece a ciertas leyes y está bajo la potestad de todo hombre. Todas las cosas existen en el Universo invisible antes de manifestarse en el visible,
en lo ideal antes de aparecer en lo real, en lo espiritual antes de mostrarse en lo material. El reino de lo invisible es el reino de las causas.
El reino de lo visible es el reino de los efectos.
La naturaleza del efecto está siempre determinada
y condicionada por la naturaleza de la causa. Un divino encadenamiento entrelaza el Universo entero
y por todos los lugares la voluntad humana está vivificada por la voluntad divina,
de manera que si con ella armonizamos la nuestra
y obramos de acuerdo con las leyes y fuerzas superiores,
seremos un eslabón del maravilloso encadenamiento del Universo.
Tal es el secreto de todo éxito. Así se llegan a adquirir desconocidas riquezas e inimaginables facultades.
SE el arquitecto y artífice de TU propia vida!!
R. W. Trine
|