Habitamos un universo espléndido en el que todo y todos tienen algo que ofrecer.
Los arboles dan, los rios dan, la tierra da, el sol y la luna y las estrellas dan.
¿De donde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, amasar, juntar, acumular, sin
dar nada a cambio?
Todos podemos dar algo, por pobres que seamos.
Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes,
conmovedoras canciones, una mano firme y tantas otras cosas que alivian a un
corazón herido.
Más que dinero, lo que el mundo necesita es amor... y simpatia.