La luz de su cuarto me habla de él cuando no está, me acompaña cuando tengo miedo, y siempre tengo miedo porque soy valiente; oye su paso sobre los mosaicos de la entrada va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente cuando lo espero, y siempre lo espero; lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol, lo mismo para el sol que la luna o la estrella. Un tapiz forma la luz complicada es la vida y siempre la vida. Si me quedara ciega la vería con mis patas o tal vez con mi frente cuando llega. El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido que cambia de oscuro en claro. El tablero de la luz tiene varias llaves pero una gobierna el resto: se llama la llave maestra. Del mismo modo el tablero de mi luz tiene una sola llave que gobierna las otras la llave que está en sus manos. Apagaría todas las luces si quisiera pero yo cierro los ojos para no ver la oscuridad que podría ser luz para no herirlo.
Silvina Ocampo
|