En el libro del Génesis, se dice que Dios
«sopló en la nariz de Adán un aliento de vida»
y que «el hombre se convirtió en un ser vivo.»
Así pues, la vida del hombre comenzó con un soplo dado por Dios.
Y es cierto que, para todo ser humano,
la vida comienza con una inspiración.
Desde que el niño abandona el seno de su madre,
lo primero que debe hacer
para convertirse verdaderamente en un habitante de la tierra,
es inspirar:
abre su boquita, llora,
todos le escuchan y se alegran pensando que, efectivamente,
¡está vivo!
Porque gracias a esta inspiración sus pulmones se llenan de aire y empiezan a moverse.
Y a la inversa, cuando decimos de un hombre que ha dado su último suspiro,
todo el mundo comprende que ha muerto.
El soplo es el principio y el fin.
La vida comienza con una inspiración,y termina con una expiración.
Entre estos dos momentos extremos,
mantenemos nuestra vida mediante una larga sucesión de inspiraciones y expiraciones.
Lo que importa es que seamos conscientes y agradecidos."
Omraam Mikhaël Aïvanhov