En Grecia se la llamaba ambrosía, en la India el soma,
los alquimistas la llamaban el elixir de la vida inmortal...
Todas las culturas han mencionado la existencia de un brebaje
de la inmortalidad y algunas incluso explican cómo prepararlo.
En realidad este brebaje existe en la naturaleza,
pero evidentemente no en cualquier parte:
sólo se encuentra en las regiones más sutiles y las más puras del espacio,
y en ciertos momentos particulares, como a la salida del sol.
La aurora es el momento más favorable de la jornada,
porque la verdadera bebida de la inmortalidad es la luz,
y por la mañana, al salir el sol,
podemos captar esa luz para alimentar nuestros cuerpos sutiles.
Si, en la primavera y durante el verano,
vamos a contemplar la salida del sol,
es precisamente para beber de esa quintaesencia de vida
que se extiende por el universo.
Las piedras, las plantas,
los animales y los humanos reciben al menos algunas partículas.
Todos los seres vivos captan esas partículas de manera inconsciente,
pero los humanos pueden aprender a captarlas de forma consciente.
Haced el esfuerzo de levantarse para saludar la aurora,
para acoger esta luz en tu corazón,
en tu alma, y saboreamos la vida inmortal.
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