Durante el sueño,
cuando el alma abandona el cuerpo, no permanece inactiva:
viaja, contempla la inmensidad,
se comunica con los espíritus celestiales,
se refuerza con el conocimiento del amor,
de la sabiduría y de la verdad.
Cuando vuelve al cuerpo,
conserva el recuerdo de todas esas riquezas
que intenta imprimir en el cerebro.
E incluso si el hombre no es totalmente consciente,
como todas esas grandes verdades dejan en él una huella etérica,
un día u otro llega a tomar conciencia de ellas.
Esta es la razón por la que recibís, de pronto,
como si fuera una visión,
la comunicación de algunas verdades sublimes
que sin duda vuestro subconsciente llevaba gravadas
desde hacia tiempo.
Hasta este momento, no podíais llegar a ser
conscientes de ello, pero, de pronto,
en un instante propicio en el que vuestro cerebro
se halla en buena disposición, esa verdad surge.
Si queréis que estas experiencias sean cada vez más frecuentes,
debéis introducir en vuestra vida una gran disciplina,
pues a partir del momento en el que el hombre
se habitúa a trabajar con su cuerpo físico,
para purificarlo y volverlo sensible,
su alma puede grabar más fácilmente las verdades sublimes.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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