La joven muerta
en la concha de la cama,
desnuda de flor y brisa
surgía en la luz perenne.
Quedaba el mundo,
lirio de algodón y sombra,
asomado a los cristales
viendo el tránsito infinito.
La joven muerta,
surcaba el amor por dentro.
Entre la espuma de las sábanas
se perdía su cabellera.