El discípulo debe encontrar un justo equilibrio
entre el orgullo y una humildad exagerada.
No es bueno, con el pretexto de la humildad,
que se anule completamente porque terminará siendo un desgraciado.
Pero estar demasiado convencido de su superioridad,
bajo el pretexto de que sigue una enseñanza espiritual,
tampoco es recomendable porque se expone al ridículo.
Lo más difícil es la mesura.
Muy pocos discípulos,
incluso en las Escuelas iniciáticas del pasado,
han sabido evitar caer en el orgullo o en una humildad exagerada...
¡Que a menudo no es más que orgullo camuflado!
Mira pues de no caer en los mismos errores.
Hay que saber estar vestido
como un rey pero siendo humilde como un servidor.
Tomado de la red
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