Hoy… Seré Un Testigo Fiel.
El apóstol Pablo fue escogido para
ver al Señor y oír cómo le hablaba
desde el cielo. Esta elección fue para
él un singular privilegio.
Sin embargo, la bendición recibida no fue
para que únicamente se ciñera a su persona,
sino para que influyera en los demás y en
todos los hombres.
Europa entera debe a San Pablo el
evangelio que ahora tiene.
También a nosotros, en la medida de nuestras
fuerzas, incumbe la obligación de ser
testigos de lo que el Señor nos ha revelado;
y esconder esta gloriosa revelación
constituiría un peligro para nosotros.
Primero, debemos ver y oír; de lo contrario,
nada tendríamos que comunicar; mas si
hemos visto y oído, debemos sentir ansias
de dar nuestro testimonio.
Y nuestro testimonio ha de ser personal:
«has de ser».
Ha de ser para Cristo. «Has de ser testigo
suyo».Debe ser constante y absorberlo todo.
Ante todas las cosas, y dejando a un lado otras
muchas, debemos ser testigos. Nuestro
testimonio no ha de dirigirse a unos
pocos escogidos que lo aceptarían con
agrado,sino a todos, a cuantos podamos
alcanzar, lo mismo a jóvenes que ancianos, ricos
y pobres, buenos y malos.
No hemos de callar, como si estuviéramos
poseídos de un espíritu mudo, porque
el versículo en cuestión es un mandamiento
y una promesa, y debemos cumplirlo.
«Has de ser testigo suyo».
«Vosotros sois mis amigos, dice El Señor».
¡Cumple, Señor, también en mí tu palabra!
Hoy necesito ser un testigo fiel y verdadero
ante el mundo de lo que Dios ha hecho en mi.
Señor, Hoy quiero extenderme a otros dando
testimonio con mi vida y acercarme en plenitud
a quien está necesitado de ir de ti.
Charles Spurgeon