Deje a un lado la pena,
El recato,
Y hasta mi conciencia,
Esta vez no lo dejaría ir,
No solo mordí sus labios,
Cada uno de los botones,
Para dejar descubierto su pecho,
Dejando tatuados mí aroma,
Mis besos.
Dejamos a un lado los protocolos,
Los pasos para llegar a ese momento,
Nos brincamos el preámbulo,
La botella de vino tinto no se abrió,
Ni mucho menos nos dimos un tiempo,
Para quitarnos poco a poco la ropa,
Eran tanta mi sed,
Tanto mi apetito,
Por todas esas noches de insomnio,
Que me arroje a sus brazos,
A cada parte de su cuerpo,
Y ahí…
Con su cuerpo ardiendo,
Me consumí en sus ansias.
Tal vez no era el lugar,
Tal vez no era el momento,
Pero no me importo…
Tan solo tomé lo que era mío,
Lo que tantas noches me quitaba el sueño,
Y entre la humedad de mi boca,
Y mi deseo,
Me perdí en su virilidad…
En el asta dejaba mi bandera.
A esas alturas…
Ya había pedido el miedo,
Lo que pudiera pensar de mí…
Ya no importaba,
Era otra mujer en la que me había convertido,
Yo era quien llevaba el control,
Y si hablamos de inocencia…
Aquí él fue el que perdió.
Porque cuando quiso reaccionar….
Mis caderas bailaban encima de su cuerpo,
Y era tal excitación…
Que solo me pedía… que no me detuviera.
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