"Dejadme"
Dejadme,
no intenten detenerme de partir,
hoy viajaré hasta mi alma,
la parte más honda de mi ser.
Pasaré del desván a los pasillos,
tocaré los muebles, los cuadros,
abriré las puertas del balcón.
¡Vaya primavera que me espera!
La oruga anda cerca del gorrión,
juegan sin temor los cachorritos,
el ciervo, la cobra, todos libres.
Tengo que entrar hasta los cuartos,
hay que despertar cada motivo,
cada idea que duerme, cada verso,
hay tanto que hacer por este mundo,
tanto que empezar con la razón.
No es cobarde el hombre que llora
si lleva junto al llanto la espada,
levanta su mirada a lo alto,
presto a la defensa de lo justo.
Llora por los niños maltratados,
llora por el negro cimarrón,
llora porque acaben las guerras,
por los indios como Hatuey, por Celia,
por aquellos que cruzaron continentes,
por aquellos que murieron en el mar,
en desiertos calcinantes, en fronteras,
donde el odio quema más que el Sol.
Llora por los pueblos humillados,
por la madre que no encuentra consuelo,
por los hijos que se fueron y no han vuelto,
por la rosa que se seca en un rincón.
¿Hasta cuando Dios mío, hasta cuando?
Ha llovido aquí desde el alba,
estamos cansados del camino,
mi caballo, mi águila y yo,
somos huesos, carne, somos vida,
no piedra, diamante o humo,
somos promesa de futuro,
no hielo, sombra o asfalto,
somos beso, abrazo, canción,
no nube, vacío o carbón.
Voy llegando al monte Los Olivos,
dejadme aprender del Maestro,
ser Lucas, Santiago, Juan,
saber la enseñanza del amor.
Hoy viajaré hasta mi alma,
afuera echaré lo que estorba,
no tiene lugar en mi interior,
quiero dar mi abrazo a la esperanza,
que llene de verdad mi corazón.
Pedro