SILENCIOS BORRASCOSOS
La loca fantasía se escapó por la transversa inocencia de emitir amor. Los momentos fueron bien aprovechados tanto como para conversar de laberintos vividos en algún tiempo. Aquel periódico yace muerto bajo las aguas turbias de aquel pensamiento. La fecha se borró. La mente se nubló. Y acaba de dejar su existencia.
Los malabares realizados para poder tocar tu corazón no fueron en vano. Ya lo conozco. Y me desconozco. Los árboles cotidianos están por florecer. Las aves han de dejar su nido para al fin desvanecer. El sol asoma. Mi estrella preferida me mira, y no se por qué. Mis manos sospechan cuando les tocará descansar, mientras no les permito hablar. Silencios borrascosos inundan la Plaza de ayer. Y vuelve la rutina que no quiero merecer.
Expándete por aquí, para poderte ver. Aparece entre mis insolencias, necesito de ti así. Luego vuélvete pequeño para poderte guardar en una gran ternura que te quiero regalar. Las palabras ya son cientos, ¿y luego que vendrá? ¿La amarga soledad? ¡Vaya novedad! Aparece sin que la llame, y en mí se instala, solitaria, acurrucada entre mi alma y la anatómica masa encefálica. Hace frío. Lo se. ¿Y qué?
El abrigo no es suficiente, para apañar el friolento desengaño. Y el calor tampoco me importaría, ya que de estaciones climáticas no se trata. Elévate. Sigo sin poder ver tu figura dulce, tal cual una manojo de miel. El sentido perdí, es probable que así sea, y estas líneas se han escrito solas.
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