Todo comienza por un grano de arena que cae dentro de la concha,
y ese grano de arena es una dificultad para ella, la irrita.
“Ah, se dice ella,
¿cómo expulsarlo?
Me roza, me pica ¿qué hacer?”
Comienza a reflexionar, se concentra...
¡medita!
Y un día comienza a segregar una materia especial
con la que envuelve a ese grano de arena tan irritante,
de manera que se vuelva liso, pulido, aterciopelado.
Y cuando lo ha logrado, se pone contenta y se dice:
“¡He vencido una dificultad!”
Esta es pues la lección de una ostra perlífera,
os enseña que podéis envolver vuestros problemas
y vuestras contrariedades de una materia luminosa,
irisada y así amasaréis riquezas inauditas en vuestro interior.
El verdadero espiritualista es aquél que sabe trabajar sus dificultades
para transformarlas en piedras preciosas.
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