En un mundo lleno de sombras y reflejos,
donde la apariencia engaña y confunde.
donde lo superficial reina en su trono.
lo esencial, mi amor, no se encuentra en la piel.
No se oculta en joyas ni en telas caras,
no brilla en el oro ni en el fulgor de un diamante,
no se posa en los aplausos ni en los halagos,
ni en las máscaras que adornan el semblante.
Lo esencial habita en lo profundo,
en ese rincón secreto del espíritu humano,
en la ternura que brota sin ser llamada,
en la bondad que da sin pedir nada a cambio.
Es el susurro del viento en la tarde,
el calor de unas manos que sostienen las tuyas,
la mirada sincera que atraviesa el miedo,
el abrazo que une lo roto y lo cura.
Son los pasos firmes en caminos inciertos,
la paciencia infinita ante los errores,
la fe que persiste cuando todo se apaga,.
y el amor que late más allá de las flores.
Con los ojos del alma se ven las verdades,
las que no cambian con el paso del tiempo,
las que se aferran como raíces al suelo,
y elevan la vida hacia un cielo eterno.
Porque en la esencia está el secreto divino,
el motivo oculto tras el existir,
y solo quien mira con el alma desnuda
puede encontrar la razón de vivir.
Así, mi amor, no te dejes engañar,
que lo esencial no está en lo que se toca o se compra.
Está en el alma que brilla en la penumbra,
y en los latidos que dan sentido a la sombra.
Miremos juntos con ojos del alma,
dejemos que el espíritu guíe nuestros pasos,
pues al final, en el gran misterio del ser,
solo lo esencial será lo que nos salve.