Propósitos de Año Nuevo:
Quiero este año que estreno
sentirme menos ofendido.
Que menos cosas me hagan daño.
Pero no porque sienta menos.
No porque se me enfríe el corazón
o porque, un año más viejo,
me vuelva descreído,
cínico, frío y desencantado.
No, no.
Quiero sentirme menos ofendido,
y que menos cosas me hagan daño,
porque entienda más a los otros,
porque pueda ponerme en sus zapatos.
Y entender, que no es a mí a quien dañan,
más bien a ellos mismos, perdidos,
heridos, enfadados, enfermos y desencantados.
Y aunque, a veces, el hierro de sus acciones duela,
aunque a veces me tambalee,
aunque veces sus palabras,
sus miradas, sus silencios o sus ausencias,
arañe y desgarre y sangre,
aunque a veces me arrastren
los otros por barro y fango y daño y miedo,
quiero, de veras que quiero,
no sentirme ofendido ni odiado,
no sentirme dañado,
y mucho menos, odiar.
Quiero, sin duda, de la mano,
no causar daño,
no hacer heridas,
preferir el mal sufrido al dolor causado,
buscar hacer el bien,
evitar ser manos que desgarren,
no ser causa de mal alguno,
en ninguno de los que
conmigo este año me cruce.
Pero si por casualidad,
en el camino eso se nubla,
flaqueando mis ganas
de hacer el bien y evitar el mal,
o si acaso, perdido en mil distintas historias,
inconsciente, descentrado,
fuera causante de males y daños,
quiero también por favor,
encontrar perdón,
que perdonen el daño que ,
pobres manos inútiles, cause.
Quiero también, si se puede,
ser capaz de entender más cosas.
De escribir y escribirme,
componer relatos y poemas.
Leer, estudiar.
Esos libros pendientes.
Los de otros y los míos.
Quiero gustar el silencio y la palabra.
Quiero caminar bajo las frondas de los bosques.
Quiero escuchar el rumor del mar rompiendo en las orillas.
Quiero mecer mi imaginación entre acordes.
Quiero perderme en historias
que llenen mis horas muertas de vida.
Quiero que la oración de cada día,
y la liturgia celebrada,
sean para mi y para los otros
presencia de la vida divina
que colma los corazones y las esperanzas.
Quiero que ella sea feliz.
Quiero que los míos vivan.
De nuevo, repito,
porque de veras lo quiero,
que ella sea feliz.
Que los míos vivan.
Que al fin esté en paz.
Que al fin sea libre.
Que logre lo que anhela.
Y si se puede,
que yo esté para verlo todo,
aunque sea ahí, un poco atrás,
pero a su lado.
Quiero tener más paz,
y quitarme de algunas
de esas cosas que hacen
que mis días sean menos días,
mis noches más noches,
la gente menos gente,
y yo, por desgracia, más yo.
Quiero luz. Quiero calma.
Quiero perder miedos,
ganar en lucidez y confianza.
Saber dónde he de ir.
Quiero esperar las respuestas,
con paciencia, sin angustias,
para llegar donde he de llegar.
Quiero, en este año que empieza,
en definitiva, escuchar más a Dios.
Seguir más a Dios.
Ser mejor.
Amar más.
Ser más libre.
Quiero recuperar la esperanza
Quiero llevar esperanza
Porque vivimos de esperanza.
Pero no solo para mi quiero.
Quiero paz, quiero justicia,
quiero dignidad, quiero patria.
Para todos quienes vivimos
en este trozo de tierra
del mundo.
Quiero que el nuevo año,
ahora, en esta noche que empieza,
viva en calma, en esperanza,
y se llene de vida.
Fray Vicente Niño Orti, OP
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