Dulce Perversión
En la penumbra de tus labios, se teje el veneno de un deseo, dulce perversión, anhelado calvario, con la caricia que muerde el silencio.
Tu mirada, un filo que desangra, con promesas que nunca se cumplen, un juego de sombras y luces donde el placer esconde su trampa.
El roce de tu piel, pecado vestido de seda, un abismo al que caigo sin miedo, donde el dolor y el éxtasis se encuentran, donde el quiero, vence al no puedo.
Eres furiosa tormenta, la chispa que incendia mi noche, dulce perversión, mi eterna condena, la tentación que siempre se impone.
Y aunque sé que el fín es amargo, me entrego al fuego de tus manos, pues de tu cruel belleza, me embriago, y descubro el placer de entregarnos.
Eres mi dulce perversión, la chispa que enciende mi fuego, el abismo donde pago mi redención, el secreto que guardo en el pecho.
Eres el eco de un susurro prohibido, el deseo que arrastra mi calma, la sombra que en mis noches danza, y el sueño que nunca he perdido.
Eres un roce de miel y pimienta, un veneno que sabe a caricia, la perdición que siempre me tienta, mi condena, mi paz, mi delicia.
Eres mi dulce perversión, mi locura y mi salvación, el placer que en mi alma arde, el pecado que siempre es perdón, el precipicio, el vacío, la tentación.
Tu eterno enamorado
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