toda alegría,
las esperanzas, los sueños y los proyectos de nuestra vida.
En el alma tenemos el contacto sutil de la inspiración
y la fuerza prodigiosa del heroísmo.
Del alma brotan la perseverancia y la consagración,
que convierten en una tarea sagrada toda labor.
En el alma nace la responsabilidad que, en la hermandad,
nos señala el primer paso hacia la auténtica humanidad.
En el alma,
la inclusividad es una capacidad que nos lleva a respetar,
tolerar y honrar la infinita diversidad.
Del alma nos viene la participatividad,
una condición
que hace del compartir el sentido de vivir.
La paz que nace del alma,
inunda nuestra vida de serenidad y calma.
Cuando el amor es amor del alma,
se ama para la libertad.
La sabiduría del alma,
nos lleva a reconocer lo que en la vida es esencial.
Sentido de nuestros sentidos,
motivo de la existencia, voz de nuestra consciencia,
el alma es el maestro interior
que inunda nuestro corazón de una profunda alegría,
que da levedad a la vida.
En el alma podemos sentir
ese estado de gratitud inmensa
-la gracia- que lleva su luz
serena a los lugares donde reina la oscuridad.
El servicio es la nota clave del alma;
si algunas de estas palabras
despiertan el servidor que vive en ti,
habrán servido al plan de luz y el amor.
Si no es así,
deja que sean como semillas
de una consciencia que el viento de la vida se lleva,
para sembrarlas en otras tierras.