Por todas partes donde pasamos,
sobre todos los seres y objetos que tocamos, dejamos huellas.
Existen personas malvadas de las cuales se dice que,
donde ponen el pie, la hierba no vuelve a crecer.
Y, simbólicamente al menos, no es ninguna exageración.
Otras, al contrario, que sólo piensan en iluminar,
vivificar, confortar y liberar a las criaturas:
dejan, por todas partes por donde pasan,
huellas tan vivificantes y luminosas,
que aquellos que vienen después de ellos,
se sienten de repente regenerados.
Por tanto, allá donde estés,
piensa sólo en pronunciar los mejores deseos:
¡Que todos aquellos que vengan aquí se sientan colmados
por el amor y la fraternidad!...
¡Que descubran la verdadera vida!...
¡Que se conviertan en hijos de Dios
y trabajen por la venida de su Reino a la tierra!
Por todas partes, en la ciudad o en el campo,
ya sea camines por las calles o por los caminos,
bendecid con el pensamiento esas calles o esos caminos.
Pedid que todos los que pasen
por allí reciban la paz, la luz, la esperanza.
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