UN DÍA ELEGÍ QUEDARME SOLA
Pero no como una derrota,
sino como un acto de amor propio.
Venía cargando el peso de corazones rotos,
de heridas que no eran mías,
de amores que llegaron
en el momento equivocado
o con las personas equivocadas.
Y decidí detenerme.
Decidí darme un respiro,
porque entendí que
mi corazón merecía sanar,
merecía espacio
para reencontrarse conmigo misma.
Con el tiempo,
descubrí que no necesito
llenar mis días
con mensajes vacíos
o conexiones que no me nutren.
Aprendí que dejar ir
lo que no es para mí no es pérdida,
sino liberación.
Comprendí que es válido exigir un amor
que honre quien soy, un amor que no sea prisa,
sino encuentro y que si ese amor no llega,
no pasa nada, porque
mi soledad no es castigo, es refugio.
En ese silencio, sin darme cuenta,
me enamoré de la mujer que soy.
Ahora vivo para mí,
disfrutando de atardeceres que
no necesitan testigos y de una tranquilidad
que nadie puede arrebatarme.
Hoy sé que mi felicidad
no depende de otro corazón,
porque el mío, al fin,
se eligió a sí mismo.
d/a