ABRIENDO CAMINOS
DE CHIQUITO BENITEZ
Solo es cuestion de abrir
una puerta,
gatear por el corredor
hasta llegar al ascensor
de la vida;
inmediatamente se oirá
un portazo de una galería
muerta,
y detrás, una fuerza de succión
nos acercará a una fantasía...
En un breve lapso de tiempo
pasamos la etapa de la niñez,
y esos rasgos importantes
quedarán atrapados
en el subconciente;
llevamos adosado la bandera
de la soberana avidez,
que nos hace olvidar de la humildad
para saltar a la hipòcrecía
pensando como omnipotentes...
y abriendo caminos
nos enfrentamos con la adolescencia,
con esa vorágine asoladora
de comportarnos como que ya
todo lo sabemos;
dejamos a un costado
la figura indiscutida de la inocencia,
nos convencemos de ver una realidad
cuando en verdad,
aún no la vemos...
Siguen abriéndose puertas
imaginarias pasando a la pubertad,
el sexo opuesto se hace presente
para que reconozcamos
a nuestro primer amor;
de pronto notamos que ya
no se cuenta con la misma
libertad,
acaso, nos comprometemos
con la persona que se manifestó
con su sensibilidad en flor...
Al enamorarnos
dejamos de ser el gran simulador,
para ponernos el disfraz
de gran amante,
sumergidos por instinto
en la formación de una familia;
elegimos a la pareja de turno
la que nos gobierna
en un campo tentador,
y la vida, así de sencilla
se encarga de regalarnos
los frutos frescos
que sembramos un día...
Esos frutos frescos
se transforman en hijos,
nos cargan de responsabilidades
que parecían, hasta entonces,
ocultas, debajo de una alfombra
del alma;
como una aventura más
iniciamos otro camino distinto,
y descubrimos que aquellas
rebeldías de joven
se quedaron dormidas
en el colchón de la calma...
Podemos ver como otros
gatean,
por ese corredor que supimos
transitar,
nos emocionamos por dentro
por entender que dejamos
semillas por el sendero;
miramos ligeramente hacia atrás
para darnos cuenta hasta donde
se pudo llegar,
y sentimos como sin querer
una lágrima se derrama
a causa de la nostalgia
que se quedó, entre otras cosas
con el amor primero...
Un ruego minucioso interior
comienza a cobrar fuerza,
la madurez nos hace pensar
tal vez, en una mejor
calidad de vida;
irrumpen de inmediato el silencio
otras voces que nos hace revivir
como las estrellas,
son los nietos del camino
que nos abren los brazos
para mostrarnos otra puerta
divina...


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