Al caer la tarde cuando la oscuridad comienza
a ganar el paisaje del horizonte, ella se asoma
para visitar a su amante una vez más, busca
el momento preciso en el que nadie la ve,
se esconde entre los árboles en el silencio
de la noche como si fuese una ladrona
que espera ansiosa llevarse un tesoro,
una valiosa joya.
De pronto aparece, se esconde de nuevo
como espiando en sus reflejos si vislumbra
a su amor, ella siempre tiene todo para ganar,
es ágil, oportuna en el arte de la seducción
sabe que su hombre no podrá resistir
al poder de su encanto divino, se muestra
tal como es desnuda en toda su plenitud.
Su amado poeta se alista a contemplarla
para escribir en su piel la más hermosa de las poesías,
se pasa durante largas horas mirándola sin poder
hacer nada más que pensar, buscar la inspiración
que desde su pluma dibuje en su rostro
los versos de pasión intensos que la hagan
suspirar en los deseos.
Ella la ha vuelto loco, vestida de azul
se ha obsesionado con él hasta bajarse del cielo
de una forma increíble, se ha metido
entre los cristales de la ventana
hasta en el perfume de su almohada,
en sus sábanas blancas,
le ha hecho el amor sin que él haya
podido resistirse, lo ha bañado en su placer
lleno de sueños, ha cumplido otra vez su rol
de amante, ella la luna, aunque opaca
y fía nunca le falla.
Ángel de las Letras D.R.A.