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*:·.★* Mjes DIARIOS: MUERE SABINO FERNANDEZ CAMPO
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Respuesta  Mensaje 1 de 8 en el tema 
De: thaulu  (Mensaje original) Enviado: 25/10/2009 23:59
 

Descanse en Paz

El ex jefe de la Casa del Rey Sabino Fernández Campo ha fallecido sobre las 00.15 horas de esta noche en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Ruber Internacional de Madrid, donde permanecía desde el pasado día 12, tras ser intervenido quirúrgicamente como consecuencia de una infección intestinal.

REMENBRANZA

Discreto y prudente son los adjetivos que más se han repetido a la hora de describir a Sabino Fernández Campo. Y es que su carrera pareció girar en torno a un concepto tan valioso como intangible: el silencio. "No está necesariamente reñido con la crítica. Yo no quiero presumir de silencio, de callarme porque no puedo decir las cosas gravísimas que sé. Pero el silencio es importante, hay muchas cosas que no interesa decir. He llegado a una edad de máxima prudencia, de no querer ofender a nadie y de pedir perdón y perdonar a los demás", decía en una entrevista concedida tras sobrepasar la barrera de los 80 años. Y el silencio, ese silencio absoluto, llegó a su vida el 26 de octubre, sobre las 00.15 horas en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Ruber Internacional de Madrid.

Fernández Campo nació en Oviedo el 17 de marzo de 1918. Hijo único de comerciantes, se educó en un ambiente ilustrado y derechista que le llevó a alistarse en las tropas falangistas tras los sucesos de la Revolución de Asturias. Su misión fueron las tareas de abastecimiento y durante la Guerra Civil ingresó en la Academia del Ejército de Tierra.

Cinco años después de la victoria franquista, se licenció en Derecho y en 1959 comenzó su ascendente carrera política: fue secretario de seis ministros del Ejército, subsecretario de Presidencia en 1975 a propuesta del ministro Alfonso Osorio y de Información y Turismo en 1976 en el Gobierno de Arias Navarro. Además, en mayo de 1980 ascendió a general interventor del Ejército.

Sin embargo, a pesar de su convicción durante el franquismo, Fernández Campo se reveló después como un firme defensor de la democracia.

En 1977 entró en la Casa del Rey como secretario general, en sustitución de Alfonso Armada, quien le había propuesto para sucederle, y ocupó el cargo hasta 1990. Durante todos esos años fue el fiel acompañante del Rey Juan Carlos y su familia, el encargado de preparar los viajes o visitas de Estado, del protocolo, la prensa... En definitiva, de gestionar las palabras y los silencios.

"Mi papel ha sido siempre secundario, se ha caracterizado por estar siempre al lado de alguien, nunca por encima. Ser secundario es no querer nunca ocupar el puesto principal, sino aconsejar bien y estar siempre al servicio", dijo de sí mismo.

Clave durante el 23-F

Pieza clave en el organigrama de la Casa Real, Fernández Campo desempeñó un papel importante en el intento de golpe de Estado del 23-F. A él, firme defensor del juancarlismo, se le adjudica el mérito de haber preservado la monarquía parlamentaria frente a la dictadura coronada que pretendían los generales monárquicos. "Todo el mérito es del Rey. Yo sólo tuve la suerte de estar al lado de él, suerte de la que no quiero vanagloriarme. Soy muy compañero de mis compañeros y fue muy triste que gente querida del Ejército se equivocara, lo lamenté muchísimo", decía, humilde.

Y es que en las inciertas horas del Golpe él ayudó al rey Juan Carlos I realizando llamadas a diversos sectores militares, como capitanías generales, Estado Mayor, etc. Y suya fue la famosa frase tras una pregunta del general Juste (general de la división acorazada Brunete) sobre si Armada había llegado al Palacio de la Zarzuela. "Ni está, ni se le espera" fue su respuesta.

El 22 de enero de 1990 fue nombrado jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, sustituyendo a Nicolás Cotoner, Marqués de Mondéjar. En el ejercicio de este cargo, el 30 de abril de 1992, fue nombrado conde de Latores, con Grandeza de España, por su "larga y brillante trayectoria de servicios destacados, militares y civiles, al Estado", según el real decreto publicado en el BOE de 6 de mayo de 1992.

Sin embargo, la relación no tuvo un final tan feliz como se esperaba: el 8 de enero de 1993 cesó como jefe de la Casa Real, puesto en el que fue sustituido por el diplomático José Fernando Almansa. Mucho se habló entonces de conspiración para quitarle de en medio. "Sí, en su día soporté la urdimbre que me destituyó de La Zarzuela, y me demostró que soy fuerte. Fue injusto, pero Dios es muy generoso y a veces pone las cosas en su sitio. Estoy muy satisfecho de haber sufrido, confesaba ya en la vejez.

Católico, padre de 10 hijos, este hombre clave en el resurgir de la democracia española fue múltiples veces condecorado y homenajeado.

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 8 en el tema 
De: thaulu Enviado: 26/10/2009 00:16
LA FRASE QUE PARÓ UN GOLPE DE ESTADO
 
Pasará a la Historia por una frase, un relámpago de intuición en medio de la confusa oscuridad que reinaba en la tarde-noche del 23 de febrero de 1981. Hasta entonces, los golpes de Estado se frenaban con despliegues de tropas, con resistencia armada, con ejercicios de Estado Mayor y con la fuerza más o menos explícita de las armas. Aquella noche, en la soledad de una Zarzuela sacudida por la preocupación, la zozobra y el aislamiento, el general Sabino Fernández-Campo, secretario general de la Casa del Rey, detuvo un pronunciamiento militar contra la democracia con una sola frase. “Ni está ni se le espera”.
Se la dijo al general Juste Grijalba, jefe de la División Acorazada Brunete, cuyos blindados rugían dispuestos a lanzarse sobre Madrid en medio de un fragor de oficialidad levantisca. Don Juan Carlos y Fernández-Campo habían comenzado una ronda de llamadas a jefes militares para tratar de detener la asonada iniciada con el asalto al Congreso del teniente coronel Tejero; Juste, que formaba parte de la conjura pero aún sentía un cierto escrúpulo de disciplina ante la sublevación, quiso saber si el general Armada, el jefe intelectual del golpe, había llegado ya al palacio del Rey. Para él se trataba de la prueba decisiva, el contraste de que el levantamiento contaba, como el propio Armada había sugerido, con el visto bueno de la Corona. Que era un golpe del Rey, no contra el Rey; el último impulso que el militar necesitaba para sumarse a la intentona.
Sabino podía haber dicho simplemente que no, que Armada no estaba allí, que no había llegado. De hecho, hubo horas de aquella larga noche en que Zarzuela estuvo a punto de permitir la visita solicitada por el antiguo colaborador de Don Juan Carlos. Pero la pregunta de Juste le encendió a Fernández-Campo la luz que necesitaba para alumbrarse en medio de la incertidumbre y la confusión. Y reaccionó con unos reflejos históricos que resultaron determinantes en el momento más crucial del golpe.”Ni está ni se le espera”. Sin saber aún hasta dónde alcanzaba la responsabilidad de Armada, el hombre que ejercía de mano derecha del Rey cortó en seco cualquier sugerencia de complicidad de la Corona en aquella infamia. Y los tanques de la Brunete acabarían apagando sus motores sin lanzarse a una aventura sin retorno.
Sin duda su crucial actuación de aquella noche determinó para siempre el perfil del general Fernández-Campo en la historia moderna de España, pero su papel al servicio de la Corona fue mucho más largo, intenso y fecundo. Sabino fue el hombre que dirigió la Casa del Rey durante el período de consolidación de la democracia, el que movió los hilos que cosieron la imbricación del aún joven monarca con el tejido civil y social de la España recién salida del franquismo, el que pilotó la excelente relación de la Monarquía con el primer gobierno socialista desde la guerra civil. Sabino fue el asistente de lujo que el Rey necesitaba para ejercer el arbitraje constitucional, y su mano discreta y astuta sostuvo el andamiaje que permitió a la Corona consolidarse como la institución más apreciada y respetada por los españoles. Sabino tuteló la instrucción del Príncipe, Sabino consolidó la pequeña pero eficiente organización de la Zarzuela. Sabino preparó y despachó visitas y viajes, Sabino engrasó una maquinaria institucional que se iba desarrollando en paralelo a la progresiva modernización del Estado. Su potente intuición política, su formación intelectual y su sabio criterio de prudencia respaldaron desde el segundo plano el crecimiento de la figura de don Juan Carlos como un gigante de la España contemporánea, impulsor de la más larga etapa de estabilidad democrática conocida por el país en los últimos siglos.
Un hombre que estuvo en tantos secretos, que conoció de primera mano tantas cosas, nunca reveló ninguna a la luz pública. Brillante conversador y dueño de una sintaxis perfecta y de una pluma inteligente, mantuvo tras su retiro un espeso silencio jubilar sobre la historia de la que pudo ser fuente privilegiada. Su talento para las frases certeras lucía en la explicación que siempre daba a su persistente negativa a publicar unas memorias: “Lo que puedo contar no tiene interés, y lo que tiene interés no lo puedo contar”. Quizás hiciese una excepción con la llamada del general Juste: poca frivolidad para quien se ganó un sitio en la posteridad con un golpe de teléfono.
 

Respuesta  Mensaje 3 de 8 en el tema 
De: SEHILA Enviado: 26/10/2009 02:36
                                
 

Descanse en Paz

 
 
 
 

Respuesta  Mensaje 4 de 8 en el tema 
De: inminent Enviado: 26/10/2009 03:14

Respuesta  Mensaje 5 de 8 en el tema 
De: naidos Enviado: 26/10/2009 07:39
Un gran hombre, querido aqui en España, descanse en paz.

Respuesta  Mensaje 6 de 8 en el tema 
De: Siondra Enviado: 26/10/2009 16:36
 
¡que descanse en Paz!
 

Respuesta  Mensaje 7 de 8 en el tema 
De: *« Ævæ »* Enviado: 26/10/2009 23:10
                     

 

 

Descanse en Paz


Respuesta  Mensaje 8 de 8 en el tema 
De: __Canela__ Enviado: 27/10/2009 00:02
Me ha impresionado el conocimiento de su muerte. Desde que leí el libro sobre su vida SABINO FERNÁNDEZ CAMPO. LA SOMBRA DEL REY cuyo autor es Manuel Soriano, mi admiración hacia este hombre, que tanto ha hecho por España, fué total.
España ha perdido un hombre leal al que le debemos mucho.
Descanse en paz, con todos los secretos que se llevó con él.


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