En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida de
madréporas da.
Un gran pez de oro, a las
cinco, me viene a saludar.
Me trae un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama un poco
más azul que el mar.
Un pulpo me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde que me
circunda -din don ...
din dan- se balancean
y cantan las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
Alfonsina Storni