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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Roxana Tana  (Mensaje original) Enviado: 06/01/2010 16:50


 

 

La visión de los Reyes Magos

[Cuento. Texto completo]

Emilia Pardo Bazán

 

 

(Los Reyes Magos regresan a su patria por distinto camino del que vinieron, a fin de burlar al sanguinario Herodes. Es de noche: la estrella no los guía ya; pero la luna, brillando con intensa y argentada luz, alumbra espléndidamente la planicie del desierto. La sombra de los dromedarios se agiganta sobre el suelo blanco y liso, y a lo lejos resuena el cavernoso rugir de un león.) 
 
 
BALTASAR.- (Acariciándose la nevada y luenga barba y moviendo la anciana cabeza a estilo del que vaticina.) No sé lo que me sucede desde que me puse de rodillas en el establo de Belén y saludé al hijo de la Doncella, que me agita un espíritu profético, y siento descorrerse el velo que cubre los tiempos futuros. Este tributo de oro que ofrecía al Niño para reconocerle Rey, ¡cuántas y cuántas generaciones se lo han de rendir! Tributos percibirá, no como nosotros, días, meses y años, sino siglos, decenas de siglos, generación tras generación, y los percibirá de todo el Universo, de toda raza y lengua, de nuevas tierras que se descubrirán para aclamar su nombre. El oro que le he presentado era poco: apenas llenaba el cofre de cedro en que lo traje; y ahora se me figura que se ha convertido en un mar de oro, y veo que al Niño se le erigen templos de oro, altares de oro labrado y cincelado, tronos de oro, en torno de los cuales oscilan blancos flabelos de plumas con mangos de oro, y que ciñe su cabeza una triple corona de oro macizo, también, incrustada de diamantes y gemas preciosas. Olas de oro, fluyendo de los veneros de la tierra corren a los pies del Niño; y lo más extraño es que el Niño los contempla con entristecida cara, y al fin esconde el rostro en el seno de su Madre. ¿Habré obrado mal, ¡oh sabios!, en presentarle oro? ¿No le agradará a la criatura celeste el símbolo de la autoridad real? Temo que mis dones no hayan sido aceptos y mi obsequio pareciese sacrílego.
 
GASPAR.- (Enderezándose sobre su montura, requiriendo la espada, frunciendo las cejas y echando chispas por los ojos.) Patriarca de los Magos, bien te lo pronostiqué. El nacido Rey de los judíos no es el vil mercader que quiere atesorar riquezas sin cuento en los subterráneos de su morada. La codicia rebaja el alma y la hace pegajosa y grosera como la arcilla que, despreciándola, pisamos. Mi don es el único que pudo complacer al Primogénito de la Virgen. Tú le trajiste oro, por monarca; yo, mirra, por hombre. Hombre ha querido nacer, y el llamarse hombre será su mejor título. La mirra amarga como el vivir, y como el vivir, sana y fortificante; he ahí lo que conviene a quien ha de realizar obra viril, obra de vigor y salud. ¿Creéis que se puede ser grande, noble y fuerte sin gustar el cáliz amargo? Aquí me tenéis a mí, ¡oh sabios!: he combatido, he sufrido, he vencido monstruos, he lidiado con tentaciones horribles, me he visto mil veces en mano de mis enemigos, y el soplo del martirio ha rozado mi sien. Pues sólo un día he llorado, y una gota de mi llanto, cayendo en el ánfora de la mirra, le prestó su tónica y sabrosa amargura y quizá su balsámico perfume. Yo también veo al Niño, Baltasar; pero le veo combatiendo, arrollando, venciendo, aplastando dragones, sometiendo a su yugo a la Humanidad, sufriendo y regando con sangre una palma. Bien hice en traerle mirra.
 
MELCHOR.- (Tímidamente, con humildad profunda.) Yo no sé si habré acertado y, sin embargo, por la alegría que me inunda presumo que el Niño no rechaza mi don. Tú, venerable y doctísimo Baltasar, le obsequiaste con oro considerándole Rey. Tú, indomable y valeroso Gaspar, le trajiste mirra, teniéndole por hombre. Yo, el último de vosotros, el más ignorante, el etíope de negra tez, le ofrecí unos granos de incienso, pues mi corazón le presentía Dios.
 
BALTASAR y GASPAR.- (Atónitos.) ¡Dios!
 
MELCHOR.- (Con fe y persuasión ardiente.) Sí, Dios. Ahora mismo, en medio de esta serena noche, sobre el limpio azul del cielo, he visto resplandecer su divinidad. Ahí están las naciones postradas a sus pies y redimidas por Él, y por Él igualados todos los hombres. Mi progenie, la oscura raza de Cam, ya no se diferencia de los blancos hijos de Jafet. Las antiguas maldiciones las ha borrado el sacro dedo del Niño. No le reconocéis así al pronto, porque es un Dios diferente de los dioses que van a morir: no condena, ni odia, ni extermina; ama, reconcilia, perdona y sólo con acercarme a Él noto en mi corazón una frescura inexplicable y en mi espíritu una paz que glorifica. Así que llegue a mi reino abriré las prisiones, licenciaré los ejércitos, condenaré los tributos, daré libertad a mis concubinas y me pondré desarmado en medio de la plaza pública a confesar mis yerros y a que mis enemigos, si lo desean, tomen venganza de mí.
 
BALTASAR.- Me dejas confuso, Melchor. Tu creencia se asemeja a la locura.
 
GASPAR.- No te entiendo bien, Melchor. Tu creencia me parece afeminada, impropia de un rey.
 
MELCHOR.- No sé defenderla con razones. Hago lo que siento.
 
BALTASAR.- Mi dádiva era preciosa.
 
GASPAR.- La mía era digna y noble.
 
MELCHOR.- La mía expresa mi pequeñez, y sólo significa adoración.
 
BALTASAR.- Reuniendo las tres en una, quizá obtendríamos algo que hiciese sonreír al prodigioso Niño.
 
GASPAR.- No puede ser. ¿Dónde habrá un don que convenga al Rey, al Hombre y al Dios juntamente?
 
 
(La luna brilla con claridad más suave, más misteriosamente dulce y soñadora. El desierto parece un lago de plata. Sobre el horizonte se destaca una figura de mujer bizarramente engalanada y ricamente vestida, hermosa, llorosa, con larga cabellera rubia que baja hasta la orla del traje. Lleva en las manos un vaso mirrino lleno de ungüento de nardo, cuya fragancia se esparce e impregna la ropa de los Magos, y sube hasta su cerebro en delicados y penetrantes efluvios. Y los tres Reyes, apeándose y prosternados sobre el polvo del desierto, envidian, con envidia santa, el don de la pecadora Magdalena.)

 

 

 

 

 

Pregunta resuelta

 

¿Qué habría ocurrido si en lugar de tres Reyes Magos hubieran sido tres Reinas Magas?

 

Habrían preguntado cómo llegar al portal;

habrían llegado a tiempo;

habrían ayudado en el parto;

habrían limpiado el establo;

habrían preparado una cacerola con comida

y habrían llevado regalos más prácticos.

 

Pero, ¿qué habrían comentado al irse?:

 

-¿Has visto qué sandalias llevaba María con esa bata?

 

-El niño no se parece nada a José.

 

-¡Virgen! ¡Ja! ¡La conozco desde el colegio!

 

¿Puedes creer que tienen a todos esos asquerosos animales viviendo en la casa?

 

Me han contado que José está desempleado.

 

Te apuesto lo que quieras, a que no te devuelven la cacerola.

 

¿Te fijaste en lo bien que estaba el pastorcito?

 

-¿Viste la cara que puso José cuando le preguntamos qué haría para mantener al muchacho...?

 

-Sabes, a mí me parece que a María no le gustó el chupón que le regalé,

¿sería por el color o la marca?

 

-Qué se creerá María, que por ser la mamá del niño Jesús teníamos que darle mejores regalos?, porque a los escarpines los vio feos.

 

-Tu sonrisa no salió bonita para la foto del Nacimiento.

 

-¿El lápiz labial de la virgen María era Revlon?

 

-¡Menos mal que nos vamos! No soporto lo mal que viven estos carajos.

 

-José como que tenía dos días sin bañarse, ¿no crees?

 

-¡El camello me mordió el vestido!

 

-¡Qué fastidio tener que regresar a casa en camello! Mejor llamo a mi esposo para que me venga a buscarme con los esclavos y me lleven cargando.

 

-A ese pesebre le faltaban unos cuadros.

 

-El ángel ni me miró.

 

-¿Quién será el estilista de la Virgen? La está robando.

 

Etc.

 

 

 

 

 

Por cierto, aprovecho para desearte un delicioso 2010

repleto de momentos encantados y de BESOS para que no te falten!!


ROXANA

(recibido de una amiga del Spaces)



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Roxana Tana Enviado: 06/01/2010 17:10

Queridos Reyes Magos...

Alguna vez me entregaron los regalos personalmente, recordaba su voz grave preguntándome si había sido buena y yo, sin poder articular palabra asentía con la cabeza.
Desde mi altura sentía la sensación de tener a mi lado a las personas más poderosas del mundo, cuando me sentaba sobre su pierna para hacernos una fotografía era mucho peor porque además de muda mi cuerpo se paralizaba hasta tal punto de no poder gesticular, con el tiempo entendí por qué esas fotos causaban tanta risa, mis ojos como platos lo decían todo.
Esa sensación de mariposas en el estómago se repetía cada noche del 5 de enero. Quería verlos pero no quería verlos, sus figuras majestuosas imponían tanto que prefería imaginar.

Esa cita se fue espaciando conforme fui creciendo, era tanto trabajo que tenían que hacer en una sola noche que no podían perder tiempo para fotografías, de todas formas nunca se olvidaron de la dirección y cada año pasaban por casa.

Mi madre decía que era de mala educación hacer visitas a las hora de la comida o la cena, pero curiosamente los Reyes Magos siempre llegaban a casa cuando yo estaba cenando, como no tenían otro momento su inoportuna llegada era disculpada o al menos nadie hacía referencia a ese detalle. Además, su visita era muy rápida, tan rápida que no daba tiempo a reaccionar.
Llamaban fuertemente a la puerta nunca usaban el timbre, se oía murmullo de voces, pasos y más pasos de un sitio a otro, menos mal que en esos momentos coincidía que mi abuela siempre estaba a mi lado, llevaba su dedo a los labios en señal de silencio y las dos nos quedábamos muy quietas intentando oír algo más que ruidos y pasos.
Inmediatamente mi madre llegaba llamándome y yo salía corriendo, cuando llegaba mi padre siempre estaba junto a la puerta mirando hacia la oscuridad de la calle agitando su mano despidiéndolos "Casi los ves pero tenían mucha prisa porque han recibido muchas cartas"

Parece que fue ayer y sin embargo llegó el día que fui yo la que abría la puerta y recibía a los Reyes Magos, los camellos se tomaban la leche y la hierba que entre risas y nervios ellos había preparado por la tarde, curiosamente llegaban corriendo en el mismo momento que el padre los despedía agitando la mano deseándoles un buen viaje.

He visto en sus ojos la misma expresión que los míos en aquellas fotografías, he vivido el momento con la misma ilusión que ellos deleitándome en cada detalle, como hacía mi madre.

Y algún día, espero ser yo la que lleve el dedo a los labios y cómplice de ese momento mágico.

"Que lo pasen lindo y disfruten el momento"

ROXANA


 
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