Un individuo en Londres después de la guerra, estaba sentado en un autobús con un paquete envuelto en un papel marrón en sus rodillas. Era un objeto grande y pesado. El conductor del autobús se le acercó.
-¿Qué es lo que tiene sobre sus rodillas? le preguntó
-Es una bomba sin explotar. La hemos desenterrado en nuestro jardín y ahora la llevo al cuartel de la policía.
-No la lleve sobre las rodillas, le indicó el conductor del autobús. Póngala debajo del asiento.
Esta historia basada en un hecho real nos muestra lo absurdo de determinados consejos. Sí vamos acarreando “bombas sin explotar” en nuestra vida, deberíamos desactivarlas cuanto antes (son igual de peligrosas situadas sobre nuestras rodillas que debajo del asiento)