Bajo el lema "Hope for Haití" es que un grupo de estrellas del espectáculo decidieron organizar una teletón para ayudar a las víctimas del terremoto en la isla. La iniciativa, propiciada por el cantante Wyclef Jean (en la foto) y George Clooney, contó con la colaboración de más de 100 "colegas", incluyendo a números estelares como Madonna y U2. (23/01/2010). ///
PUERTO PRÍNCIPE.- La escena parece surrealista: a dos pasos de un campamento improvisado y rodeados de escombros entre los que se descomponen cadáveres en el centro de Puerto Príncipe, los sobrevivientes del sismo ruegan y bailan al ritmo de percusiones de una iglesia evangélica.
Mientras oran ellos olvidan. Son centenares que se contonean de izquierda a derecha, con los brazos en alto, sonriendo y cruzando miradas cómplices. Unos corren y bailan, otros cantan.
"Satanás es un mal pensamiento". "J.E.S.U.S. Jesús", cantan en coro guiados por los evangelistas de la iglesia Shalom, que sacaron micrófonos, guitarras y percusiones sobre una tribuna del Campo de Marzo, entre la miseria y el hedor.
En una escalera una mujer baila sola. "Rezar, bailar, esto me hace bien. Esto hace que se me pase el estrés. Cuando estoy allí, olvido todo", dijo Suze Pierre, una comerciante de 40 años.
Lo que comenzó con una oración termina en un trance que desborda el campamento instalado frente al Palacio Presidencial, donde unos 10.000 sobrevivientes del sismo del 12 de enero viven en condiciones de pesadilla.
Es la primera ceremonia religiosa organizada después de la tragedia en Puerto Príncipe. Una oración para lanzar los espíritus importados por los esclavos desde Africa, arrepentirse de los horrores sucedidos en Haití en el pasado y perdonar, explicó el pastor André Muscadin.
"Todos los espíritus en el Palacio deben desaparecer", le grita un orador a la muchedumbre, que responde con un largo aullido mirando hacia el edificio con su cúpula caída, símbolo de la destrucción en Haití.
"Cuando un haitiano pecó, todo el mundo pecó. Gracia, Gracia, perdónanos", prosigue el evangelista. Nuevos gritos y brazos al aire.
Cada uno piensa en sus pecados y en los de los otros. "Mi marido es sacerdote vudú, da de comer al diablo", afirma Marinatha Félix, una vendedora de 32 años.
"Los líderes políticos hacen sacrificios para conservar sus puestos, jóvenes mujeres se corrompen para tener un empleo", denuncia Dieunel Jea-Baptiste, un técnico de 33 años.
El pastor Muscadin desgrana los dolores del pasado, la dictadura de Duvalier, los golpes de Estado, la violencia endémica, las guerras de tribus heredadas de Africa, la mala gestión, el subdesarrollo.
"En el país hubo escenas de sangre. Matamos, quemamos, hubo pillaje, se secuestró a hermanos. Es la intolerancia, la corrupción. Jamás hubo armonía. El sismo nos interpeló. Este Campo de marzo nos dice algo: para revivir hay que repensar Haití, hay que tomar esta oportunidad", dice.
Dieunel Jean-Baptist levanta la mirada de su biblia, dubitativo: "Espero que la gente no esté rezando sólo porque esté afectada por el sismo, sino porque esté país sea reconstruido espiritual y socialmente", añade.
Pero los miles que perdieron todo no parecen estar ahí: Cada vez bailan más, se liberan, se olvida. En frente, en medio de los precarios refugios instalados, mujeres y niños se agitan.
"Siempre dijimos esto: el pueblo haitiano llora, canta y baila", dice un hombre entre la muchedumbre.