La vida está llena de sorpresas, tanto grandes como pequeñas. Pueden provenir de una llamada telefónica inesperada por parte de un amigo, noticias emocionantes de una nueva oportunidad o una invitación. Cada sorpresa guarda una bendición.
Estoy receptivo a las sorpresas de la vida y a los tesoros imprevistos. Al estar abierto, dejo ir cualquier expectativa acerca de cómo mi vida ha de desenvolverse, porque sé que Dios está a cargo. Su luz y amor me llenan y llenan a mis seres queridos, guiándonos a lo largo del camino de la vida. Espero con emoción las sorpresas que vienen a mí. Puede que vea algunas como tesoros y otras como retos, mas estoy seguro de que cada sorpresa me bendice y abre mi vida a un bien inesperado.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón