LA SUERTE DE NACER
Qué suerte, qué suerte he tenido de nacer,
para estrechar la mano de un amigo,
y poder asistir como testigo
al milagro de cada amanecer.
Qué suerte he tenido de nacer,
para tener la opción de la balanza,
sopesar la derrota y la esperanza
con la gloria y el miedo de caer.
Qué suerte he tenido de nacer,
para entender que el honesto y el perverso
son dueños por igual del Universo
aunque tengan distinto parece
Qué suerte he tenido de nacer,
para callar cuando habla el que más sabe,
aprender a escuchar, ésa es la clave,
si se tiene intenciones de saber
Qué suerte he tenido de nacer,
y lo digo sin falsos triunfalismos,
la victoria total, la de sí mismo,
se concreta en el ser y en el no ser
Qué suerte he tenido de nacer,
para tener acceso a la fortuna
de ser río en lugar de ser laguna,
de ser lluvia en lugar de ver llover.
Qué suerte he tenido de nacer,
para comer a conciencia la manzana,
sin el miedo ancestral a la sotana
o a la venganza final de Lucifer.
Si qué suerte he tenido de nacer,
pero sé, bien que sé...
que algún día también me moriré.
Y si ahora vivo contento con mi suerte,
sabe Dios qué pensaré, cuando mi muerte,
cuál será en la agonía mi balance, no lo sé,
nunca estuve en ese trance.
Pero sé, bien que sé...
que en el viaje final escucharé
el ambiguo tañir de las campanas
saludando mi adiós, y otra mañana
y otra voz, que como yo, con otro acento,
cantará a los cuatro vientos…
¡Que suerte he tenido de nacer!
Alberto Cortes
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