El primer semicírculo del símbolo OM representa el estar despierto y está conectado con el segundo semicírculo del dormir. Al otro lado de una pequeña brecha está el semicírculo que representa el estado del soñar. La brecha simboliza ese momento, así como cuando te acuestas para dormir, y sientes que te has volcado hacia la nada y tu pie se contrae, despertándote de repente con un sobresalto, y a eso tal vez se debe que, en antiguas historias para niños, el ir hacia la “Tierra de los Sueños” con frecuencia se describía como un navegar a través del espacio rumbo a alguna estrella distante. Los sueños son importantes para el descubrimiento de nuestro “yo”. Ellos procesan e integran la información que hemos juntado durante nuestros períodos de vigilia, borrando o reforzando la información necesaria para nuestra supervivencia. En el budismo se dice que el soñar es un modo activo para alcanzar la iluminación y que complementa la tarea efectuada durante la vigilia para lograrla. Se dice que los sueños se originan a partir del humano total que reside en la “luz radiante”. Ingresar en un estado de sueño luminoso durante un tratamiento Reiki nos ayuda a integrar la energía con mayor efectividad y permite que la energía alcance adecuadamente nuestra esencia o yo total.
El semicírculo al tope del símbolo denota que los tres estados en su totalidad, la vigilia, el dormir y el soñar, se han vuelto un solo estado, es decir: la persona los efectúa juntos al mismo tiempo, tal como sucede en el tratamiento Reiki. Tanto los hindúes como los budistas creen que cuando ingresas a este estado de conciencia eres capaz de conectarte con la energía del universo. Se afirma que el sonido del OM representa el sonido del universo. El pequeño punto en el símbolo representa ese momento de conexión con el inexplicable poder del universo al que a menudo le damos el nombre de Dios.