MUCHAS VECES,....
Me pregunto cuándo veo a alguien sufrir tanto y a pesar de todo sonreír. ¿Cómo puede sonreír a través de la tristeza, de la soledad y ante la incertidumbre de lo que vendrá?
Es entonces que yo misma encuentro la respuesta que nace a raíz de mí ser, pues yo he estado en la misma situación y es precisamente mi coraje y orgullo propio el que me hace seguir de pie y soñar con un mañana mejor. El sufrimiento no cambia en nada la esencia de mi ser, ella sigue siendo la misma.
Ante todo he aprendido a vivir con optimismo e ir por la vida como trapecista, equilibrando cada paso que doy, aun en la cuerda más delgada y floja, para así cada día salir triunfadora de la misión que se me ha encomendado vivir mi vida.
Mi vida ha sido una montaña, cuándo fui niña todo era tan fácil, siempre de la mano de mis papás y en ocasiones en los hombros de El, desde allí todo se veía y sentía bien. Después cuando comencé mi camino de alguna manera sola, muchas veces me he caído pues sin advertirlo y otras tanto aun sabiendo del riesgo que corría me aventuré a caminar por esas veredas dónde solo albergaba la incertidumbre y de esos caminos he tenido uno que otro golpe en mi alma pero puedo contar lo que he sentido por que lo he vivido. También he encontrado caminos libres sin el menor obstáculo y me gusta disfrutar de esos paisajes que observo a través de una mirada e igualmente perderme en la delicadez de una simple fragancia.
A cada paso que doy lo hago con la firme idea de que llegaré, y lucho con todas mis fuerzas convencida de que un día venceré, anhelo tanto lo que siempre he buscado y tengo confianza en que lo encontraré. Y es que las caídas han sido duras y difíciles de superar, pero más grande es mi deseo de vivir intensamente.
|