¿Porqué juzgamos a los demás con nuestra propia vara?
¿Porqué no tratamos de ser más generosos y amplios?
Tal vez nuestra moral, nuestros principios,
nuestras fuezas para resistir las contrariedades,
son distintas a la de esa persona que juzgamos.
¿Y si es débil?
¿Y si tiene miedo?
¿Y si se siente perdido,
como un niño al que abandonan en medio de la selva?
¿Y si no le enseñaron las bases del buen vivir?
¿Y si algo oscuro dentro de sí mismo,
le impide ver la parte buena de todas las cosas?
¿Qué sabemos del infierno en que vive cada uno?
¿Cómo podemos levantar el dedo y señalarlo,
o alzar la voz y gritar nuestro juicio implacable?
Tengamos serenidad y generosidad para juzgar.
Dudemos mucho antes de acusar por lo que vemos.
Tal vez ese ser que acusamos,
está necesitando desesperadamente que alguién
-puedes ser tú- le diga:
"Reacciona hermano y trata de ser mejor, más bueno...
Ven, tóma mi mano y sígueme, por el camino recto,
por el sendero que te lleve a la verdad y la felicidad.
Autor..... escrito por mi.