Amistad, quizás sea eso...
Quiero ser para tí, como un puente sobre el río...
De este lado, tu hoy; del otro lado, tu mañana...
Entre ambas
orillas, el río de la vida: a veces calmo, a veces turbulento; algunas
veces traicionero, y otras, profundo y barroso...
Es necesario atravesarlo...
No soy Dios, ni pretendo jugar a Dios; sólo Él puede llevarte con seguridad a la otra orilla...
Pero sí, quiero ser el puente que haga más fácil tu trayecto...
Si tienes miedo, y no quieres correr riesgos, usa mis hombros...
Si me balanceo, no tengas miedo...
Dios me colocó en tu camino, para ayudarte a cruzar el río de la vida...
No vaciles en pisar solamente en mí, y cuando estés por llegar, si quieres, recógeme...
Pero si
me entiendes bien, déjame en donde estoy: otros pasarán por mí, como tu
pasaste; pero quiero que continúes en tu caminar...
Soy tu puente para muchas travesías de la vida; si me quieres, entonces, puedes llamarme amigo...
Ten calma, y desacelera el ritmo de tu corazón, silenciando tu mente...
Afirma tu paso, con la visión del futuro...
Encuentra la calma de las montañas...
Rompe la tensión de tus nervios y músculos, con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria...
Vive intensamente la paz del sueño...
Aprende a tomar
vacaciones de un minuto, al detenerte a mirar una flor, al conversar
con un amigo, al contemplar un amanecer, o al leer algunas líneas de un
buen libro...
Recuerda cada
día la fábula de la liebre y la tortuga; para que sepas que vivir más
intenso, no quiere decir vivir más rápido, y que la vida es más que
aumentar la velocidad...
Voltea hacia las ramas del roble que florece, y comprende que creció grande y fuerte, porque creció despacio y bien...
Ten calma,
desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra de lo que
realmente vale, para así crecer hacia las estrellas...
Hellen Keller (ciega, sorda y muda de nacimiento).
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