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De: Siondra (Mensaje original) |
Enviado: 14/05/2010 19:26 |
Hermano árbol
háblame de tu energía.
Revélame misterios
del cielo y de la tierra... |
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Abracé al árbol con
cariño,
como quien lo despierta.
Después con más fuerza, fusionándome.
Los pies en las raíces,
rostro, pecho, vientre, sexo y piernas
pegados a su tronco,
lo abrazaba tiernamente
con las palmas abiertas.
Sentí mi propia respiración.
Tomé pulso de mi sangre
para sintonizar con la sangre del árbol.
Se fueron transformando
mis cabellos en hojas,
en tronco mi cintura, los brazos en ramaje,
mis pies en entrañadas raíces .
Y sentí por todo mi ser
una energía bienhechora
que ascendía por la tierra,
que bajaba de los cielos.
De repente
dejé de sentir mi yo:
y fuí árbol, sólo árbol,
pura energía cósmica.
No sé cuánto tiempo duró
esta experiencia de unidad,
este sacramental abrazo.
Desperté al fin: ¿dónde estoy,
quién soy? Vivía extasiado,
pero sereno. Sentí al árbol tan íntimo
como un ser querido. Lo contemplaba
de arriba abajo, como quien lo quisiera
poseer amorosamente.
-Hermano árbol, háblame de tu energía.
Revélame misterios del cielo y de la tierra.
Cuando se fue apagando mi voz,
el árbol comenzó a expresarse. Su fronda
se mecía, lentamente al principio,
intensamente después. Era un océano
de hojas como olas,
un estruendo de aguas en cascada
brillando al sol.
Por fin la copa entera se balanceó gozosa
hacia delante, hacia atrás, en círculos.
-Háblame, hermano árbol. Canta.
Sonríe, mi amor.
Entonces sucedió el milagro.
Se cubrió todo de flores: blancas,
amarillas, anaranjadas, rojas...
De todos los colores del pincel divino.
-Hermanito árbol,
dime todo, todito, de ti,
revélame tu presencia,
entrégame tu misterio...
Comenzaron a derramarse las flores
como cascada de oro y plata
de espolvoreados soles.
Se encendió por el suelo un rosetón
de catedral. Y en lo más alto,
por los azules columpios del ramaje,
¡se balancearon frutos, frutos!
El árbol fue creciendo
por las terrazas de mi corazón,
y me sentía embriagado de perfumes,
de flores y sabores de mil frutas.
No era yo: eran hojas que sonreían,
flores que reventaban, frutos ardiendo.
****
Aquel lugar aún vibra de energía.
Cuando de nuevo nos encontramos,
un ligero temblor sacude mi cuerpo,
y se estremece conmigo
la carne viva del árbol.
Un día nos comprometimos
en matrimonio cósmico,
y ni la muerte logrará deshacer
el apretado lazo
de nuestro tierno, indestructible amor.
Leonardo
Boff
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siii ves paloma es como la mujer arbol, ahi te conte que en mi cole me leyeron un cuento, que se trataba de un bosque y todos los arboles tenian formas de personas, no se si era real, pero veo la foto y parece que siiiii, chau me voy a dormir
Meel
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