El ayer permanece donde crece el hoy, verso en rol de agitado movimiento, vivificando el sentimiento en clave de sol redoblando el tambor que nos late adentro.
El ayer es tormenta con el alma dispuesta, una cuenta pendiente para saldar en el instante de coincidir en calles de la poesía nueva que camine a ciegas por el trapecio del antes.
El ayer es cómplice del amanecer siguiente, con una fe diferente sobre la misma creencia, un inventario en la conciencia de toda suerte pan de rehénes que para mañana alimenta.
El ayer es causa que no detiene su verbo, tapas del cuento que escribimos a diario con la miel en los labios y la oz al pecho sabiéndonos hecho del amor realizado.
El ayer es tiempo ocupando el alma, una inversión de ganas rindiendo después, en el crecer que la experiencia manda y se relata en la oportunidad de saber. AUTOR ESENCIA