Si acaso soplasen vientos de locura,
-de angustias…de llantos…y de
padecer…-,
¡ten presente, hermano, que tu luz es
pura,
y ninguna sombra
la puede vencer…!
Estés donde estés, compañero mío,
pase lo que pase a tu alrededor,
-y cuando más todo parezca sombrío…-
¡será tu destino vibrar en amor!
Y tu alta energía, -sin dudas ni
miedos-,
creará una burbuja de profunda paz…,
y en medio del caos…, tú…, -apacible y
quedo-,
¡serás como un faro para los demás…!
Y aunque desconozcas lo que traiga el
día,
estarás tan lleno…¡tan lleno de amor!,
que irás irradiando esa epifanía
de aquél que ha logrado vencerlo al
temor…
Tu intuición entonces, funcionando a
pleno,
hallará salidas que otros no verán…,
y tu verbo claro, confiado y sereno,
¡dirá las palabras que los calmarán…!
¡Recuérdalo, hermano!..., si es que el
aire quema…,
si es que el viento ruge…y el miedo se
esparce…,
¡deberás entonces volverte un emblema,
en el que los otros puedan apoyarse…!
¡Eres tu, mi amigo, quien vibra
elevado!,
¡eres tu quien lleva la luz en su
palma…,
y el que podrá darles, -a los
angustiados- ,
el dulce consuelo que nace del alma…!
Porque tu conciencia, expandida y
alta,
junto a tu energía, que calma y que
cura,
serán los pertrechos que más harán
falta…
¡si acaso soplasen vientos de locura…!
Jorge Oyhanarte
|