Sábado 12 de Junio de 2010
Homosexualidad y dignidad
Patricia May, chilena
La analogía entre homosexualidad y otras perversiones como la pedofilia y zoofilia sólo revelan una gran ignorancia.
La homosexualidad es una condición no elegida y probablemente no deseada, no es una elección ni una opción y, a diferencia de la pedofilia que viola, abusa y utiliza a otros seres para el propio placer produciendo daño y dolor, la homosexualidad establece, o puede establecer, relaciones consensuadas sanas, y nutricias entre adultos que hacen un aporte positivo al medio, y como tal puede ser vivida en dignidad y amor, como cualquier condición humana.
Así como las relaciones heterosexuales pueden ser y, a menudo son, dañinas si es que se fundamentan en el abuso, las luchas de poder, la manipulación, la codependencia, el ahogo mutuo, el maltrato físico o sicológico, así también puede ocurrir con las relaciones homosexuales.
Cuando una condición o característica personal es estigmatizada socialmente (como ocurre con la condición homosexual, o la discapacidad), la mirada del otro nos devuelve una visión degradada de nosotros mismos, nos hace avergonzarnos de ser cómo somos, no nos permite encontrar lo digno y valioso de nuestra identidad. En estas condiciones, son muy pocas las personas que tienen la claridad, la fuerza y la guía como para volverse hacia su propio interior y encontrar allí su propio tesoro, su belleza, su dignidad como una piedra preciosa oculta a la mirada de los otros y construir desde ahí una identidad digna.
La gran mayoría se esconde, se avergüenza, se enrabia, se amarga, se enrosca en su propia desgracia o se acoraza en la soberbia y el falso orgullo, se oculta o reprime sin elaborar ni conducir sanamente su natural inclinación. Entonces aparecen las conductas dañinas. Quizás las distorsiones ligadas frecuentemente a la homosexualidad, como la promiscuidad, sean consecuencia de la negación, del ocultamiento y falta de dignidad ligada a esta condición.
Tener una vida íntegra requiere un desarrollo de la conciencia, una intención, una persistencia y una práctica cotidiana que es igual para las personas homo y heterosexuales.
Una persona homosexual que no puede elaborar su condición, vivirla con honor y amor, sin ocultamiento, además de hacer un gran daño al establecer relaciones engañosas, tampoco la puede pulir y llevar a una expresión positiva y feliz, como lo hacen las parejas heterosexuales al trabajar su relación.
La discriminación, el prejuicio hacia las personas que no se inscriben en esa estrecha franja de los que se consideran aceptables o "valiosos" en nuestra cultura, los que no tienen la "apariencia deseable", o que no son lo suficientemente "inteligentes", "aptos", "normales", o socialmente aceptados es puro y simple desamor, y sus consecuencias son la amargura, el rencor y las conductas dañinas.