Mi desconocida:
Te supongo tranquila, detrás de tu anónima trinchera, sonriéndole confiada a un inocente juego de palabras.
O quizá, imaginando una aventura soft, entre algodones y plumas, en una habitación tranquila, de cama amplia, sábanas limpias y vistas agradables.
Ella era capaz de salir a la luz, soltar los botones de su pecho, deshacer el orden de lo cotidiano y provocar un pequeño torbellino.
Era capaz de mostrar su lencería en una habitación estrecha, de un hotel ruidoso, de un barrio más que sospechoso, de una ciudad tercermundista.
Yo te deseo, con los botones al aire, con la mirada envuelta en sonrisa y la sonrisa en mensaje.
Y aunque sea en habitación tranquila, en cama amplia, con sábanas limpias y vistas agradables, yo te deseo despeinada.
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