Sobre la mesa han puesto un barro humilde con unas rosas que lo justifican igual que justifica el hombre un claro destello, una esperanza, una sonrisa. Huelen las rosas, y sentir su aroma también es dar constancia de la vida, es percibir la realidad que llega en su increíble y breve maravilla, huelen las rosas, qué delgado mundo de fragancia nos llega en su caricia, qué prodigioso mecanismo se hace necesario hasta dar con esta mina sutil de olor, cuántos secretos reinos botánicos, qué incógnitas provincias de vegetal acción, desde la tierra suben elaboradas, resumidas, adelgazadas hasta lo indecible para ser un milagro entre la brisa de la mañana, un invisible copo de aroma hacia la tarde, un terciopelo de perfume solar al mediodía.
Trabajaron obreros diminutos y subterráneos por las galerías donde la gota de agua y las substancias germinales se alían. La nieve puso un dedo entre los labios, el viento golpeó las ramas niñas, deshilvanó la lluvia sus collares, y entre tanto, en la arcilla, porosa y maternal, manos minúsculas manipulaban ciegas en la alquimia del delgado perfume de las rosas, para que al fin se derramara un día desde esta mesa en la que he puesto un barro humilde, y nos regale su delicia. ¿Porqué?¿Porqué? ¿Las hemos merecido? ¿Merecemos que sea así la vida tan hermosa y fragante, que penetre por los sentidos su verdad sencilla tan misteriosa y generosamente?. Algo hay que nos responde por las rosas, una respuesta de perfume, escrita en el aire, las cosas que manejan nuestra manos ¿porqué han de ser distintas de los rosales? Con amor ¿por qué no son también aroma concedida? Vivir no es mas difícil que un rosal, lo que anula su aroma es la injusticia."
Leopoldo de Luis
(Enviado por Rox)
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