Anoche mirando a las estrellas
le pregunté a una de ellas,
por qué con tanto fulgor brillaba
y luego parecía que se apagaba...
Me dijo: ¡Soy tu palpitar!
y jamás dejaré de brillar.
Hay una como yo, por cada mujer,
y sus corazones podemos ver.
Puedo ver y sentir
cada ilusión en tu vivir,
puedo escuchar tu corazón
latir con cada tentación.
Y cada vez que te ves tentada,
se enciende en mi una llamarada,
llega hasta mí, tu apresurado palpitar,
siento tu pecho a punto de estallar...
Y quisiera ser mujer
para del amor poder saber,
poder así experimentar
lo que se siente al amar.
Te he visto tantas veces reír,
de mil locuras sonreír.
Te he visto otras veces llorar
como si el alma se te fuera a secar.
Mas creo que es hermoso
ceder ante el amor caprichoso,
poder dejar escapar esas sonrisas
que se confunden con la brisa.
Poder sentir esa pasión
que alimenta a la mujer de ilusión,
y es que no hay mujer que pueda amar
sin saber que ha de llorar.
Ser mujer es una bendición
que se escribe con pasión,
con matices de risas y dolor
en el frágil mundo del amor...
Autor Desconocido