La alegría es el don más preciado del universo, el
, el más espontáneo, el único que se da sin esperar
nada a cambio, solo por el placer que provoca,
no es egoísta ni envidioso, no lastima sino que se contagia.
La alegría es el fruto de un instante
conectado con lo divino, es la respuesta
de la presencia de DIOS en el mundo.
No sólo se ve reflejada en la sonrisa
de los hombres sino que es una
manifestación del canto de la naturaleza.
La alegría tiene el poder de sanar al enfermo,
consolar al que se siente vacío y
despertar al que muere en vida; es tan deseada,
que los seres humanos, con tal de poseerla,
son capaces de pagar cualquier precio y
confundirla con el placebo que dan
los vicios y se olvidan de que la auténtica
alegría está simplemente en percibir la
presencia de DIOS en todas las cosas y en todos los lugares.
La alegría no necesita explicación porque
DIOS no se explica a sí mismo.
No tienes que buscarla, tú ya la conoces...
¡No dejes que nunca se vaya de tu lado!