La adoración y la Zarzas ardientes
Puede que usted se pregunte qué tiene que ver las zarzas con la adoración -en especial las zarzas ardientes. La adoración puede darse en cualquier lugar porque Dios está en todas partes. Así que no debe sorprendernos que una zarza ardiente pueda ofrecer una oportunidad para la adoración.
Moiés y la zarza ardiente. Mientras cuidaba las ovejas en una región desértica, Moisés vio una zarza que ardía sin consumirse. Cuando se acercó a la zarza, Dios le habló. Este incidente se convirtió en una experiencia de adoración que4 cambió el destino de una nación (Éxodo 3:1-4;17). Hoy las personas se encuentran con Dios por medio de zarzas ardientes. Sin embargo, al igual que Moisés, todo, aquel que se encuentra con el Señor tiene un momento espiritual que lleva a una respuesta personal y que profundiza su relación con Dios. En este sentido, la experiencia se con- vierte en una "zarza ardiente". Es un momento de adoración que lleva a una vida de adoración.
Cristo y la zarza ardiente. Fue la voz del Angel del Señor la que se escucho proveniente de la zarza ardiente al hablarle a Moisés ese día. Muchos creen que se trataba de Jesucristo mismo. Si eso es cierto, entonces es consistente con la enseñanza del Nuevo Testamento de que Dios se revela al hombre por medio de Su Hijo. Por lo tanto, Moisés estaba adorando o teniendo comunión con Dios de la unica manera en que cualquiera puede hacerlo - por medio de Jesucristo. Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí. (Juan 14.60). La verdadera adoración sólo es posible para aquellos que vienen a Dios por medio de Su Hijo. No hay otra zarza ardiente fuera de Jesucristo.
Usted y la zarza ardiente. Tal vez esté pensando para sí: ¿Por qué necesito a Cristo? ¿Por qué no puedo llegar hasta Dios a mi propia manera? "En la Biblia puede encontrarse la respuesta a dichas preguntas. Ésta declara que todos somos pecadores y que estamos espiritualmente muertos (Romanos 3:23;5:6-21). Por Su gran amor, Dios envió a Su Hijo al mundo para rescatarnos de esta condición impotente y desesperada (Juan 3:16). Por medio del sacrificio de la muerte de Jesucristo obtenemos vida espiritual y nuestra relación con Dios se restaura (Romanos 5:11,18). Esta restauración no tiene lugar sino hasta que recibimos a Cristo como nuestro propio Salvador personal (Juan 1:12). Sin Él no hay una ver- dadera adoración a Dios. Tal vez usted haya recibido a Cristo como su Salvador personal pero ya no tiene zarzas ardientes en su vida. ¿Ha perdido la comunión con Dios en su adoración? ¿Ha dejado ésta de tener vida y significado? Sí es así, entonces debe preguntarse: ¿Tengo algún pecado no confesado en mi vida?: Si pecamos debemos confesarlo a Dios (1 Juan 1:9). De esta manera mantenemos la comunión con Dios en nuestra adoración Mantenemos las zarzas ardiendo. ¿Estoy obedeciendo los mandamientos de Cristo? Jesús dijo que aquellos que Le aman y obedecen Sus mandamientos tendrán comunión con Dios (Juan 14:21,23). Por medio de la obediencia a Cristo en adoración mantenemos la comunión con Dios Así es como mantenemos las zarzas ardiendo.
Adaptado de ¿Qué es la adoración? 1987,2001, Ministerio RBC
En Su amor y mi amor
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