El Regreso del Sol y la Luna
El verdadero blanco que el arquero debe apuntar es su corazón. Tal es la máxima del Kyudo.
Toda acción tiene una reacción, y también es igualmente cierto que mientras mas fuerte sea la causa, el efecto será más fuerte también.
Muchos guerreros viven buscando espadas más romas o armaduras mas sólidas, muchos arqueros viven buscando arcos mas tensos, músculos mas fuertes. Muchos magos viven buscando un poder mas grande, armas mas poderosas.
Pero pocos son los que se han dado cuenta de que el poder es una ilusión. Es algo que viene y se va. El poder puede llegar de muchas formas. A veces por suerte, a veces por conquistas, a veces es hasta un presente.
La verdad es, como dice la máxima del Kyudo, que el verdadero blanco que todos deben apuntar, es su propio corazón, de nada sirven espadas romas, o armaduras sólidas.
De nada sirven arcos tensos o músculos fuertes, o poderes grandes, si no sabemos como enfocarlas en nuestros principios.
Si no sabemos porque existen, porque llegaron a nuestras manos o que camino abrirán. Que enemigo transformarán.
La vida es en esencia un constante tomar de decisiones. Cada instante es un lugar donde podemos decidir, seguir adelante o quedarnos aquí. Morir o vivir.
El sendero del guerrero es, la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir.
Pero esto como se logra?
Los magos saben que vivir significa estar muerto para el pasado. Para vivir, es un requisito estar muerto para el pasado.
Esto significa estar listo para morir a cada instante de nuestra vida.
Aceptar el riesgo de vivir, el riesgo de luchar, estar concientes de todos los peligros que nos rodean y comprender, que los desastres, las derrotas, los tiempos oscuros y duros de la vida, no son mas que lecciones de Dios, que sirven para develar esta gran lección.
Si le preguntas a un guerrero que ha llegado al nivel esmeralda, quien eres??... (esto es cuando se toma el vino de esta lección), te responderá:
“Soy aquel que tiene el coraje de escuchar a su corazón, y no ponerse pretextos para no seguirlo, soy aquel que esta conciente de sus deseos y no los condena. Soy aquel que tiene la locura de no medir todos los resultados, porque se que Dios no me dejará jamás caer en la muerte de mi alma. Siempre tendré aliados y amigos, y mas importante, siempre tendré mi fe y a Dios de mi parte”.
Si le preguntas a un mago que ha roto el sello esmeralda, quien eres?? te responderá:
“Desde más allá de los confines del tiempo, les responderé de esta manera: Soy aquel que no necesita de milagros. Soy un mago y, para mí, estar aquí es suficiente milagro. ¿Qué podría ser más milagroso que la vida misma?”.
Como han visto, ni el guerrero habló de poderosas armas, ni el mago de grandes poderes.
Ambos hablaron de formas de ser parte del mundo, ambos hablaron de que es lo que les da fuerza. Ambos hablaron de adonde apunta todo su ser.
Y en realidad así es como debemos empuñar nuestras armas, más enfocados en la razón de porque las empuñamos, que en la forma de empuñarlas.
Cuando se tiene bien en claro las razones de porque empuñamos nuestras armas, la tranquilidad llega. A lo lejos, el firmamento se toca con la tierra, y de nuestros pies hasta esa línea todo se cubre con un velo plateado y dorado al mismo tiempo, todo se convierte en amable y protector.
El miedo desaparece.
El enemigo oscuro pierde todo su poder. Ya no tenemos un poder con un límite, sino que tenemos fe en Dios, el cual nos cubre con su infinito poder y su intachable amor, el cual siempre es infinito hacia absolutamente todo cuando existe, existió y existirá.
Kyudo nos da una ayuda en cuando a encontrar una razón para empuñar nuestras armas.
Los arqueros Zen dicen que cuando se dispara una flecha, no se debe apuntar a un blanco especifico, sino que se debe apuntar al corazón mismo del arquero, hacia un elevado ideal, el cual debe contener en si mismo, la -Verdad, Bondad y la Belleza-
Encontrando que de verdad, bondad y belleza tiene ese tiro de arco. Esa razón por la cual disparamos la flecha.
Los arqueros Zen tenían la seguridad de siempre dar en el blanco, sin importar que disparan en medio de una guerra, en medio de grandes explosiones y mucho peligro o en un calmado campo verde donde, la naturaleza te llama a la meditación, de igual forma ellos daban en el blanco, sin perder jamás esa calma, de quien sabe en si mismo, cual es la razón de porque somos lo que somos, de los que vieron el S. Grial, y en si mismos un reflejo de esa luz esmeralda, en una noche donde las estrellas y la Luna, junto a un ejercito de Ángeles, consagraron el sendero... guardianes y caminantes por igual, magos, guerreros y mortales recorriendo el sendero que Dios trazo para todos.
Autor Desconocido