Todos
esperamos un cielo de luz y volcamos la esperanza en un mañana mejor,
pero todos deberíamos tener bien presente que el mañana nunca es un
día, una hora, un tiempo. El mañana que esperamos es ese que
construimos poco a poco con acciones en el hoy. El mañana es la
proyección del amor que fue, del amor que clama desde algún rincón de
la memoria, como cuando éramos niños y mirábamos todo con renovado
fulgor.
Mientras esperamos un mañana mejor debemos recordar que
la tierra aquí y ahora merece un trato más digno, por nosotros, por
nuestros viejos, por nuestros niños.
Caminemos sintiendo a la
tierra bajo nuestros pies y demos gracias por lo que tenemos, dejemos
en el ayer lo que se perdió, busquemos en nuestro interior la fuerza
necesaria al servicio de la voluntad para mejorar, para aprender a amar
y no tanto para pedir que nos amen.
Hagamos de nuestros pasos,
huellas donde quepan semillas para que florezca el amor, la verdad y
las buenas cosas. Hagamos un jardín en el cielo del alma y regalemos
todas las flores que cosechemos en el corazón. Porque es lo único que
vale la pena, porque es lo único que se convierte en tesoro en manos de
quien lo recibe.
Pintemos un mundo mejor con la paleta de los
buenos momentos y ayudemos a sonreír a quien perdió la sonrisa,
ayudemos a caminar a quien olvidó su senda, ayudemos a crear a quien se
olvidó de vivir, porque todavía hay luz en el mundo, todavía se puede
ser feliz en compañía de quienes quieren el bien, porque el bien
siempre es abierto, limpio y compartido.
No te quedes en
soledad, busca la compañía de aquellas personas que como tú, todavía
tienen esperanzas y caminen juntos cantando alguna canción.
La
vida todavía nos puede dar la oportunidad para sonreír, empecemos el
día sonriéndole a la vida y vivamos una experiencia de amor en cada
gesto, en cada momento, en cada silencio, despejemos nuestro interior
de nubes oscuras y permitamos que brille en el cielo del alma la
estrella del amor
Mil besitos al viento...que llegue a toda la casita..
Con cariñito...ROSY