Ayer busque tus manos,
recordando el tierno abrazo
que me diste aquel noviembre,
entre lluvia verde y sabana tibia.
Más, en mi afan quejumbroso,
sólo encontre el recuerdo
de tu brisa mañanera
en mis labios agitados.
Eramos dos,
uno tal para cual,
encendidos, fuertes.
Eramos tormenta,
eramos sol,
eramos prisioneros
de un amor viviente.
¡Asi te quise,siempre!
por siempre te quiero... ¡mío!
Lucila Hernández