Sufrías de día, descansabas de noche, lavabas y cocías murmurando los afanes que dejabas regando los jardines.. Caminando en la calle te extasiabas y tus ojos buscaban el encuentro de la gente que amiga de sus cuentos estrechaban tus abrazos. Yo caminado junto a ti feliz seguía el sermón que tus labios me decían, las palabras que jamás fueron oídas y que extraño después de tu partida. Fue fuerte mujer de mandamiento plasmada de montañas y de miedos, de rezos, de oración, de desencuentro.. Y fue aquella, que pensaba en mi mañana, en mis horas felices del destino, aquella que soñaba a solas, que será de él, sin nunca decir nada. Aquella que de niño me cargo en sus brazos sufriendo en carne viva mis tropiezos, la que me brindó sus besos, sus caricias, sus abrazos. En ella pienso hoy. En ella que fue mi amor y mi querella mi angustia, mi alegría, la que con su aroma me impregnó la vida dándome aromas para que sonriera y yo dándole espinas para que sufriera. En ella pienso hoy, sin ser olvido a mi mente y corazón, en ella pienso hoy como un suspiro, como el ave que en un largo vuelo hecho pedazos... nos dejó su nido.