La Navidad contada a mis nietos
Mari Patxi Ayerra - Madrid
Queridos
nietos: Antes de que se os habitúe el corazón a la Navidad que os
ofrecemos, quiero contaros detenidamente qué es lo que ocurre en estas
fechas. Vosotros habéis nacido en una familia cristiana y por eso es
importante que conozcáis el gran acontecimiento que en estas fechas
celebramos. No me gustaría que las luces, las compras y la agitación
ensombrecieran el verdadero mensaje de estos días.Hace dos mil y pocos
años Dios decidió hacerse hombre y venir a la tierra para que los seres
humanos nos enteráramos de una vez por todas que El nos quiere
muchísimo, que tiene para cada uno de nosotros un sueño de felicidad y
plenitud y que no podemos vivir una vida mediocre. Ya antes nos lo
informó por medio de diferentes profetas, pero con el paso del tiempo
sólo quedaron algunos mensajes escritos que no le hacían demasiada buena
publicidad, así que decidió tomar forma de persona y nacer y vivir como
El cree que debe hacerlo una persona cualquiera.
Así este
niño que nació en un pueblito pequeño, en una familia sencilla, envuelto
más en ternuras que en cosas, aparte de que a los doce años ya era un
adolescente contestatario que se plantó en medio del templo a contar a
los estudiosos de entonces quién era Dios, a sus 30 años comenzó su vida
pública en la que se presentó como mensajero de su Padre hablando a
diestra y siniestra de cómo hay que vivir. Nos dijo que tenemos un Padre
que nos quiere muchísimo, al que hay que llamar papá o mamá, y no
nombres más solemnes. Nos enseñó que hasta que no nos tratemos como
hermanos sentiremos tristeza en el corazón y que podemos recurrir a Dios
siempre que estemos cansados y agobiados porque el nos serenará. Nos
recomendó también que perdonar una y mil veces le deja a uno mucho mejor
y que no podemos juzgar a nadie, pues todos tenemos nuestras cosillas
que ocultar.
Este hijo
de Dios, Jesús, nos explicó por qué todos los pobres son los preferidos
de Dios y cómo El cambia los valores y vuelve humildes a los que fardan y
ricos a los pobres y que no le gustan nada las personas que por tener
poder o cosas se aprovechan de los demás. También nos recomendó sacar el
niño que todos llevamos dentro, siendo sencillos, espontáneos, alegres,
auténticos y vividores del momento presente, en vez de andar siempre
ocupados en lo siguiente o nostálgicos en el ayer. Con su vida nos
demostró Jesús, que el que no vive para servir no sirve para vivir y que
no hay que llamar a nadie padre más que a Dios, que es el que tiene el
corazón todo cariñoso y nos impulsa a la plenitud, a ser algo único y
fantástico.
Los pocos
años quepasó El en este mundo anduvo sanando a la gente, con su amistad,
con su cariño, con su aceptación incondicional y se juntaba con chicas
de mala vida, con adinerados, con encorvadas de preocupación o
hemorroisas de las que van perdiendo la vida en las pequeñas cosas que
no son las esenciales. Nos dejó muy clarito que el que anda dando
demasiadas vueltas a sus dineros, no tendrá tiempo para disfrutar de
Dios y vivirá peor y que no temamos.
Pero uno
de los secretos importantes que nos contó Jesús, para vivir contentos,
en vez de andar por la vida tristes como huérfanos, es tener ratos para
meterse dentro de uno mismo y escuchar a Dios. Así se vive la vida en
compañía, que es mucho más bonita y además, en el silencio, El te
susurra al oído los grandes sueños que tiene para ti y para las personas
que te va poniendo al lado. Jesús rezaba mucho, y eso que tenía una
vida muy ajetreada, pero debía de ser por eso, por lo que le daba tiempo
para tanto... En los ratos de comunicación con Dios, El nos serena, nos
descansa, y nos lanza con atención despierta y amorosa a estar donde
estemos, a entrar del todo y salir del todo de cada situación.
Y esto es
lo que recordamos en Navidad, queridos nietos. Queremos vivir así, todo
esto que nos enseñó este niño que nació en Belén para invitarnos a vivir
mejor. Por eso llenamos de luces, regalos, adornos y familia estas
fechas, porque queremos hacer del mundo una gran familia donde todo ser
humano viva bien. Vosotros, cuando veáis que se nos olvida lo principal,
recordádnoslo enseguida, que andamos todos un poco distraídos.
**********
|